martes, 7 de septiembre de 2010

20 AÑOS SIN MARIA SOLEDAD

Pasaron dos décadas del atroz crimen, que conmovió a un país entero, pero para sus padres el tiempo en lugar de apaciguar el dolor lo acrecentó. Hoy sus asesinos recuperaron la libertad. Tula se recibió de abogado y Luque se divorció. Cómo recuerda Catamarca a la joven que terminó con la dinastía de los Saadi.

Por CARLOS QUIROGA
Fotos: JULIO PANTOJA y RUBEN SUAREZ

El tiempo pasa inexorablemente y aunque a muchos les parece que fue ayer, ya pasaron 20 años del atroz crimen de María Soledad. En la Catamarca que supo ser epicentro de marchas del silencio multitudinarias en reclamo de justicia, son pocos los que tienen presente el aniversario, quizás porque ya se acostumbraron a ver a los condenados, Luis Tula y Guillermo Luque caminar con parsimonia por las calles de la ciudad. El que estén libres ya no asombra a casi a nadie, a excepción claro, de Ada Morales (62), la madre de María Soledad que no olvida lo que sucedió con su hija: “Siempre como padres anhelamos que se los condene, pero siento que hay una deuda pendiente porque fue una condena a medias, yo como madre anhelaba perpetua para los dos”.

EL TIEMPO NO APACIGUA EL DOLOR

Aunque la vida la haya rodeados de nietos (los cinco varones), Ada Morales sostiene que es mentira que el tiempo borra todo y que María Soledad está presente permanentemente: “Cada vez que veo en los noticieros que asesinan a una chica, revivo el crimen de mi hija. Y ahora que los nietos crecen, son ellos los que preguntan qué paso con esa tía famosa, que hoy debería tener 38 años y que los asesinos los privaron de conocer”.
Los Morales siguen habitando la misma casa de Valle de Viejo donde una mañana primaveral de 1990 la policía le dio la peor noticia de sus vidas: el cuerpo sin vida de María Soledad había sido encontrado por obreros de Vialidad a la vera de la ruta 38 .
“Hoy siento dolor e impotencia de saber que los asesinos de mi hija estén libres.. No voy a negar que me cuesta aceptar esta situación, pero hay una ley, que debo respetar, aunque me duela, me lastime como madre. Quizás mi error haya sido no convertirme en querellante, para poder apelar”.

TULA EL DOCTOR


Los esfuerzos de Luis Tula (49), por espantar el fantasma de María Soledad resultan vanos a la hora de intentar rehacer su vida con Ruth Zalazar, con quien convive desde 1999 en el chalet de la calle Ayacucho al 300 en pleno centro. Según cuentan sus más allegados, nunca se van a poder a volver a casarse, porque hacerlo sería poner en riesgo el patrimonio de la pareja, ya que la justicia los obligaría a pagar una indemnización de $250.000 a la familia Morales.
A diferencia de Luque, Tula aprovechó sus años en la cárcel para estudiar y desde el año pasado ejerce como abogado, en los mismos pasillos que transitó como acusado. “Yo nunca me preocupé por estudiar; mi único contacto con las letras tenía que ver con el suplemento deportivo de los diarios y leer la revista El Gráfico. Pero cuando caí preso, me comencé a preocupar por lo que me podía pasar y comencé a leer así el código penal y fue ahí cuando emergió la vocación de abogado”, me confesó Tula, en la única entrevista que concedió después de salir de la cárcel.
Hoy, más allá de haber cumplido su condena, Luis Tula sigue sostenido su inocencia: ”Mi condena fue una respuesta política a una necesidad social.”. Y asegura que el momento más difícil que le tocó vivir fue precisamente el día que lo condenaron: “Más allá que el fallo estaba cantando, hasta ese día tuve la esperanza que me absolvieran, porque te juro que soy inocente”.

LA DECADENCIA DE LOS LUQUE


El lunes 12 de abril, Guillermo Daniel Luque (44) recuperó definitivamente su libertad, después de haber cumplido los dos tercios de la condena. A diferencia de Tula, que rehízo su vida con Ruth Zalazar, se separó de Florencia Alustiza, con la que tiene dos hijos, Tomás y Florencia. Está lejos del sobrepeso que lo caracterizó a lo largo del proceso judicial,;ahora luce una figura esbelta, aunque prefiere mostrarse poco y nada por las calles de la ciudad, donde sigue cosechando antipatías.
Lejos de mostrar ninguna señal de arrepentimiento, su soberbia fluye a flor de piel cuando le preguntan si piensa pedirle disculpas a la madre de María Soledad: “Por qué voy a pedir disculpas, si soy inocente”. Aunque ahora, 20 años después, ya no lo cobijan el calor del poder, ni la opulencia de sus padres, Ángel y Edith Pretti que nunca más (desde que estalló el caso) pudieron reincorporarse al mundo de la polìtica, porque los votos que supieron cosechar en la época en que los Saadi gobernaban Catamarca se le volvieron esquivos. Hoy viven encerrados en la casona de Puerta de Hierro en un total ostracismo.
Pese a su proclama constante de que es inocente y a su promesa de conceder entrevistas con todos los medios sin discriminación, Guillermo Luque nunca aceptó concederme un reportaje, quizás temeroso de que alguna pregunta lo pueda incomodar y quebrar. Hasta hoy sólo habló con periodistas amigos y promete en vano escribir un libro para contar su verdad, demasiado tarde ya quizás para sacarse el estigma de ser el asesino de Marìa Soledad.

.