domingo, 17 de octubre de 2010

CARMEN JIMÉNEZ LA MAMÁ QUE LE GANÓ A LA CRISIS


Con amor, paciencia y perseverancia logró que su hija Barbarita Flores, la nena que lloró de hambre ante las cámaras de Jorge Lanata sea hoy toda una señorita. En su casa del barrio ATE nos cuenta cómo logró criar a ocho hijos cuando no había ni si quiera para comer. “La clave fue no bajar los brazos y ser como un piñón fijo, siempre para adelante”.


Por CARLOS QUIROGA
Fotos: CARLOS VILLAGRA y FERNANDO FONT


De la niña raquítica, callada, inocente, de mirada perdida que se convirtió en el símbolo del hambre durante la crisis del 2001 y que conmovió al país con sus lágrimas no queda casi nada. Hoy Barbarita Flores (16) es toda una señorita, de pelo largo, sonrisa pícara y un cuerpo estilizado que posa para las fotos como si fuera una modelo. Reconocerla a simple vista es casi imposible, inclusive para este cronista que la entrevistó en una decena de oportunidades. Parte de ese milagro ocurrió porque su madre, Rosa del Carmen Jiménez (40) nunca bajó los brazos y con su espíritu abnegado le enseñó a no rendirse ante la adversidad y sobreponerse a la indigencia con dignidad. Por eso, en vísperas del día de la madre, fuimos hasta su casa en el barrio ATE para que nos cuente cuál fue la fórmula para criar ocho hijos :Juan (24), Ruth (22), René (19), Franco (18), Bárbara (16), Andrea (15), Lucía (12) y Álvaro (9) y no morir en el intento, cuando a veces ni siquiera había para comer: “La clave fue ser paciente y entregarle mi vida a ellos; quizás por eso ahora tenga menos paciencia”, bromea Carmen que no sólo educó a sus hijos , sino que además fue el sostén anímico y afectivo cuando la crisis económica del 2001 amenazaba con llevarlos puestos.

20 AÑOS CAMBIANDO PAÑALES


Samuel Flores, su esposo, asiente: “No sé que hubiésemos hecho sin ella, que fue nuestra luz en la oscuridad. Nunca tuvo pereza para que nuestros hijos estuvieran bien. Si se tenía que levantar a las cuatro de la mañana para ir al dispensario no flojeaba aunque llueva, truene, haga frío o calor. Además siempre se encargaba de hacerlos estudiar y hacer las multiplicaciones de los panes cuando el plato de comida escaseaba. Ella a pesar de todo lo que nos tocó vivir, jamás se deprimió”.
“Yo no me podía dar ese lujo- sostiene Carmen- ;si yo bajaba los brazos, ellos se me venían abajo. Así que no tenía más remedio que ponerle al mal tiempo buena cara y ser como un piñón fijo, siempre para adelante”.
De los cuarenta años que tiene, Carmen dice que estuvo diez años embarazada (perdió dos hijos) y veinte lavando pañales:” Mire si no sabré lo que es ser madre”- afirma orgullosa, mientras ve a sus hijos ya grandes y recuerda la época en que salía con sus ocho hijos de la mano para ir al dispensario- “Antes de cruzar los contaba para ver que no me falte ninguno”.

IA MULTIPLICACIÓN DE LOS PANES

-Carmen ¿qué es lo más difícil a la hora de criar un hijo?
-Lo más difícil para mí como madre fue darles lo que ellos necesitaban. A veces no teníamos para comer, pero como sea yo me la rebuscaba para darle un arroz con leche. Eso sí yo jamás les hacía faltar amor, los abrazaba y los mimaba, inclusive hasta ahora que ya están grandes.
-¿Y dio resultado la fórmula?
- Claro que sí, ninguno de mis ocho hijos cayó en la droga, ni el alcohol, como veo por ahí en el barrio, ninguna de mis nenas cometió el error de quedar embarazada, la verdad que estoy muy orgullososa de ellos, que son mi debilidad, mi vida. Usted no sabe cuánto los amo.
- ¿Y cómo hacía para contenerlos a los chicos cuando no había para comer?
-Uuuuy la verdad que era bravo, no sabe cuánto me dolía verlos así. Me sentía muy impotente y desesperada por llevarles un plato de comida a mis hijos. Recuerdo que una vez, cuando ya no teníamos qué vender, salí a vender a la garrafa y cuando volví a la casa con las cosas para cocinar, me di cuenta de que no tenía dónde cocinar, mire de mal que estaba. Así que ese día hice el fuego con leña, porque no tenía ni para el carbón.
-¿Y qué les decía?
-Yo a mis hijos los críe sin resentimientos. Y les enseñé a que tuvieran fe y a que sean agradecidos de lo que Dios nos daba y les inculqué que debíamos rezarle a Dios para que nos escuche. Y finalmente nos ayudó.
-¿Cómo hacía la multiplicación de los panes cuando no había?
-Cuando apenas teníamos para comer, dividíamos lo que había en ocho, Samuel y yo quedábamos excluidos y nos dábamos vuelta tomando mate cebado. Al pan, lo dividíamos en rodajas, dos para cada uno.
- ¿Y cuál fue la clave para salir adelante?
- No quedarse cruzado de brazos, buscar alternativas y no caer en el intento, cuando las cosas no salían. Mi esposo ahora que tiene trabajo (es ordenanza en la casa de gobierno) siempre busca otras alternativas, es mecánico, albañil. Yo puse un almacén. Y no lo hacemos de ambiciosos, sino porque no queremos que nunca más nos falte para comer.

CUESTA MÁS VIVIR SIN TRABAJAR



- ¿Y cuando cambia la situación?
- En el 2005, cuando mi esposo finalmente consigue trabajo. Nosotros no queríamos que nos den, queríamos que él pudiera trabajar, porque nada cuesta más trabajo que vivir sin trabajar. La solidaridad y la ayuda de la gente se acaban y otra vez se vuelve a la misma situación de antes. En cambio ahora estamos bien, tenemos crédito y el pan ya no nos falta más.
- ¿Y valió la pena tanto sacrificio, Carmen?
- Claro que valió la pena. Hoy mis hijos reconocen nuestro esfuerzo, son agradecidos y nos vuelcan constantemente su afecto. Si ganan un peso, lo aportan a la casa, para que todos estemos bien. Esas cosas a mí me emocionan y me llenan de orgullo, porque quiere decir que a pesar de nuestras carencias, los críamos bien.

BARBARITA HOY


Hoy sus preocupaciones ya no pasan por si tendrá para comer mañana, sino cómo hará para terminar de estudiar y cómo hará para comprar el último CD de Arjona que desde que entró en la adolescencia la tiene cautivada con sus canciones, aunque confiesa entre tímida y avergonzada, que todavía no ha llegado el hombre capaz de conquistar su corazón. Es consciente de que sin estudio no hay futuro; por eso promete seguir estudiando para algún día poder recibirse de doctora y ayudar así a otros chicos desnutridos como la ayudaron a ella. Está entusiasmada porque los próximos días en la escuela le entregaran una netbook. Pero también reconoce que sus sueños de ser cantante, esos mismos que afloraban cuando conoció a Las Bandas durante la tapa de los personajes del año de la revista GENTE, siguen intactos .