lunes, 5 de abril de 2010

VICUÑAS PROTEGIDAS

Siguiendo un ritual ancestral, los pobladores de Laguna Blanca en plena puna catamarqueña, evitan que los cazadores furtivos extingan a los camélidos y convirtieron el lugar en el reservorio de vicuñas más grande Sudamérica. Hoy la Pachamama los premia con abundante lana, que le permite mejorar su calidad de vida, en una tierra castigada por el frío, donde apenas se cosechan papas y habas.
Por CARLOS QUIROGA
Fotos: JORGE SEGOVIA
Fieles a las tradiciones de sus antepasados y respetuosos de las leyes que impone la Madre Tierra, cada mes de noviembre los habitantes de Laguna Blanca, interrumpen por un fin de semana sus quehaceres cotidianos para participar de un ritual sagrado, El Chaku, donde ponen de manifiesto, sus habilidades en el encierro, captura, esquila y posterior liberación de vicuñas silvestres, evitando así que los cazadores furtivos habidos de su lana, que cotiza a $ 2.000 el kilo, las terminen extinguiendo. Hoy gracias a esa técnica ancestral, han convertido el lugar en el reservorio de vicuñas más grande de Sudamérica. Y lejos de perjudicarse económicamente los tejedores tienen garantizado lana de vicuña legítima para sus productos en forma permanente.
Jesús Gutiérrez, uno de los líderes de la comunidad de Laguna Blanca, ubicada a 450 kilómetros al norte de la capital catamarqueña en plena cordillera, asiente los dichos de la funcionaria ycasi con vergüenza confiesa: “Durante muchos años la caza furtiva de vicuñas por los valioso de su lana perturbo nuestra relación con la Pachamama (Madre Tierra), pero afortunadamente desde el año 2002 el gobierno nos enseño a esquilarlas, para después liberarlas vivas. Desde entonces la Pachamama nos premia con abundante lana para tejer nuestros, puyos, ponchos y mantas”. Por eso el primer fin de semana de noviembre, desafiando el viento helado de la puna, los 300 lagunenses se dan cita temprano en la dirección de ganadería, donde Raúl Gutiérrez, presidente de la cooperativa que usufructuara la lana, distribuye a los cooperativistas en camionetas cuatro por cuatro, donde cargan redes, sogas y banderines de color para llevar adelante el arreo y posterior captura de las vicuñas, que finalmente serán esquiladas.

RITUAL INCA

El Chaku tuvo sus orígenes en Perú, donde según relatan las crónicas de la conquista, los incas lo realizaban cada tres años, para posteriormente ofrendar su lana al inca emperador. Respetuosos de los de los designios de la Madre Tierra, los cooperativistas detienen las camionetas en la plaza principal, donde cada uno apila una piedra en la gigantesca apacheta erigida en honor a la Pachamama encomendándole el éxito de la misión, porque de la cantidad de fibra que obtengan, dependerá su subsistencia, en una tierra no muy generosa en cuanto a cultivos, en la que apenas se cosechan papas y habas.
La captura se realiza alrededor de un corral imaginario que en la punta tiene una aguada, que sirve como cebo para que las vicuñas sacien su sed. A escasos kilómetros de ahí, los cooperativistas detienen la marcha y durante un par de horas observan con paciencia y sigilo como las vicuñas se acerca a la aguada y cerca del mediodía cuando se ha logrado juntar la mayor cantidad de vicuñas se cierran los portones para dar comienzo con la captura. Como si fueran vaqueros del fasrt west, los lugareños arrean a las vicuñas con sogas entrecruzadas con banderines rojos y después de una hora de ajetreo la encierran en un gigantesco corral.

LA ESQUILA

“Vicuña esquilada, vicuña salvada, porque sin lana no le interesa a ningún cazador- afirma Horacio Ruiz, Subsecretario de Agricultura y Ganadería, que festeja junto a los pobladores y sus colaboradores el éxito de la captura-. Está vez superamos las 200”, arriesga sin temor a equivocarse, mientras a su alrededor decenas de hombres y mujeres miden el largo del vellón. Para que la vicuña sea esquiable el grosor de su lana debe rondar entre los 13 y 15 micras. Los animales que entran al modulo y fueron esquilados el año pasado son inmediatamente liberados, porque de seguro el largo de mecha de su lana no es el adecuado”.
Durante la esquila, las mujeres dejan en claro que son mucho más habilidosas que los hombres a la hora de usar la tijera, la diferencia se nota en los baldes donde se coloca la lana. La tarea que a simple vista parece sencilla, requiere de un gran cuidado para evitar que el animal se estrese, por eso antes de comenzar se le coloca una capucha para tranquilizarla. Toda la actividad es seguida de cerca por un grupo de veterinarios que están prestos a curar cualquier herida que produzcan las tijeras al animal. Finalmente se le coloca una caravana en la oreja con la cual se la identifica para las próximas esquilas.

EL ORO DE LA PUNA

La lana de la vicuña que se caracteriza por ser muy fina, y de un gran valor calórico, único en el mudo, se convirtió desde la época de la conquista en el oro de la puna, provocando matanzas indiscriminadas, poniendo al camélido al borde de la extinción. De hecho hasta el día de hoy siguen siendo perseguidas por cazadores furtivos, habidos de su lana, que las matan sin piedad, para alzarse con su cuero que después será vendido en el mercado negro a $2.000. “Hoy gracias al Chaku , lo pobladores aprendieron que vale mucho más la fibra hilada, que el cuero de vicuña y en base a ese aprendizaje se convirtieron en los principales custodios de la vicuña. Y junto a las autoridades de la policía y de gendarmería han emprendido una lucha denodada, que el año pasado terminó con medio centenar de cueros incautados- afirma Dora Martínez, Subsecretaria de Medio Ambiente de la provincia-. Ahora son ellos mismos los que denuncian la presencia de cualquier sospechoso”.
“No sólo hemos combatido la caza furtiva, sino la venta de prendas elaboradas con fibras ilegales- agrega Martínez—Hoy las prendas se venden con un certificado de origen y aquellas que no cuenten con el certificado, pueden ser decomisadas por gendarmería nacional o aduna”.

ECONOMIA DE SUBSISTENCIA

Terminada la esquila, el 80 % de la fibra obtenida se destina a la cooperativa mesa local de Laguna Blanca y el 20 % restante queda en manos del Estado provincial, que la distribuye entre los artesanos para evitar así la compra de fibra ilegal; “Gracias al chaku puede volver a tejer con lana de vicuña- sostiene emocionada doña Antonia Litián- Antes era muy difícil conseguirla porque estaba prohibido”. Y según cuenta la leyenda la única manera de tejer era a la luz de la luna, para evitar ser apresadas porque se trataba de fibra ilegal.
Raúl Gutiérrez, presidente de la cooperativa mira entusiasmado los bolsones negros con la lana obtenida, que en los próximos días serán distribuidos entre los artesanos de acuerdo a la prenda que quieran tejer: “Para evitar que la lana entre un circulo ocioso, le exigimos al tejedor que nos rinda cuenta periódicamente de lo que está haciendo para ir suministrándole más material. Lamentablemente la producción prendas no está sistematizada ya que la mayoría de los artesanos además de tejer se dedican a la cría de ganado para poder sobrevivir. Una vez que tengamos garantizado el mercado, que es muy variable y depende fundamentalmente del movimiento de turistas extranjeros, vamos a organizarnos para producir con más continuidad. Aunque por suerte ahora el mercado de la fibra de vicuña se amplio porque han aparecidos empresas privadas interesadas en comprarla”

MIRANDO AL FUTURO

Hoy el principal desafió de los habitantes de Laguna Blanca, que gracias al Chaku convirtieron el lugar en el reservorio de vicuñas más grande de Sudamérica- 16 mil ejemplares pastean sus cerros- pasa por que las nuevas generaciones se inicien en el arte de tejer para evitar que pronto empiecen a meigrar, por eso se entusiasman ante la posibilidad que el diseñador Martín Churba les enseñe a modernizar sus rústicos tejidos: “De hecho mercado hay, de Holanda y Alemania nos están pidiendo prendas-afirma la Secretaria de Turismo, Catalina Krapp- pero por ahora nuestro cuello de botella es la comercialización, porque el artesano sigue haciendo las prendas como lo aprendió de sus antepasados y eso no es precisamente lo que nos está pidiendo el mercado. que paga por un chal de vicuña $8.000. Pero confío que pronto lo vamos a lograr “.
Nadie en Laguna Blanca duda que así sea, mientras contemplan como la última vicuña esquilada vuelve a su hábitat natural. “Ahora vamos por más y apuntamos que para el próximo año podamos hacer más capturas, porque nosotros cumplimos con la Pachama cuidando las vicuñas, es hora que ella nos recompense con más lana, para que nuestra vida sea un poco mejor, en este lugar inhóspito por su puna y sus fríos, que pocos se animan a habitar”, concluye Raúl Gutiérrez, presidente de la cooperativa.