viernes, 1 de abril de 2011

A 9 AÑOS DE LA DESAPARICIÓN DE MARITA VERÓN


Susana Trimarco perdió a su hija en manos de la trata de blanca, pero con tesón y coraje dio batalla a ese aberrante delito y ya logró recuperar a más de 600 chicas de la esclavitud sexual. Su historia llegó a la televisión en Vidas Robadas. Pero, según confiesa, su objetivo recién estará cumplido cuando su nieta Micaela se reencuentre definitivamente con su madre.

POR CARLOS QUIROGA Fotos: FERNANDO FONT Y CARLOS VILLAGRA La trata de blanca afecta a 27 millones de personas en todo el mundo, la mayoría de ellas mujeres y niños pobres. Es el tercer negocio ilícito global, solo superado por el narcotráfico y el tráfico de armas.”La actividad crece en la Argentina de la mano de la ‘connivencia policial y política’ y la “escasez de acciones orientadas a investigar y perseguir este delito”, afirma el informe de la Organización Internacional para las Migraciones. Sin embargo, en Tucumán existe una mujer que, a pesar del dolor de haber perdido una hija en manos de esas organizaciones, no se dio por vencida y lucha día a día para que otras jóvenes indefensas no corran la misma suerte de Marita: “Es cierto que las redes de prostitución son muy poderosas, mueven fortunas y compran a la justicia y a la policía, pero nosotras las madres la vamos a vencer, porque ellos no tienen el poder que tiene una madre, que es capaz de dar la vida por sus hijos. Las mafias, por más poderosas que sean, no pueden luchar con nuestro sentimiento de madre”, sostiene Susana del Valle Trimarco (57), que empezó una lucha sin cuartel contra estas mafias el 3 de abril del 2003, cuando una red de prostitución secuestró a su hija, María de los Ángeles Verón .Su batalla no pasó desapercibida y recibió el Premio Internacional al Coraje de manos de la entonces Secretaria de Estado norteamericana, Condoleezza Rice. “Nunca lo hubiera soñado. Y de haberlo soñado, hubiera sido una pesadilla. ¿Quién puede alegrarse de que le den un premio por buscar a una hija desaparecida de la que llegan datos intermitentes y aterradores?, se pregunta desconsolada, mientras bebe un vaso de agua tratando de sobreponerse al trago amargo que le tocó vivir a lo largo de los últimos 9 años: “Al principio me costaba creer que mi hija había sido secuestrada por una red de prostitución, eso me sonaba más a una película de ciencia ficción. Qué me iba a imaginar que a espaldas mías existía este submundo oculto. A medida que avanzaba con la investigación, nos acercaban datos falsos para desorientar nuestra búsqueda, pero nosotros igual seguíamos, porque no estábamos en condiciones de desechar ninguna pista.”

DE AMA DE CASA A INVESTIGADORA


De un día para otro, Susana, que había sido educada en un colegio religioso y que guardaba las normas conservadoras que impone una sociedad pacata como la de Tucumán, dejó de ser ama casa y salió a caminar la noche en busca de un dato que la pudiera llevar a su hija: “En ese largo peregrinar por los prostíbulos de la Argentina, fuimos encontrando varias chicas que habían sido secuestradas al igual que Marita y que necesitaban de nuestra ayuda para salir del infierno en el que estaban sumergidas. Por eso cuando hacían los allanamientos yo les hablaba y les decía que aquellas que estén en contra de su voluntad, me lo dijeran, que yo las iba a sacar de ahí. Muy pocas se animaban a hablar, porque estaban aterrorizadas. Las madamas la dominan con solo mirarlas. Yo me daba cuenta de que estaban en contra de su voluntad, porque estaban con la cabeza gacha y lloraban cuando les hablaba. Ellas no podían hacer nada, por que en ese submundo, el perro tiene más valor que ellas. Pero con coraje y tesón ya hemos recuperado a 600 chicas”, suspira, aliviada.

SU CASA, UN REFUGIO


Su casa se ha convertido en una especie de cuartel general, a donde acuden cientos de madres desesperadas en busca de su ayuda ante la desaparición de una hija, ayuda que se torna invalorable debido a la experiencia que cuenta: “Muchas de las chicas que recuperaban no tenían a donde ir, así que las terminé trayendo a mi casa para que tuvieran un lugar seguro en donde estar. No se puede dejar solas a las víctimas, porque les queman las casas, las amenazan de muerte y las vuelven a secuestrar. Es por eso que yo decidí darles cobijo. Cuando salen de la prostitución quedan en un estado de indefensión total. Desgraciadamente, hay muchos padres que se resisten a recibirlas Por eso he creado una Fundación para poderlas ayudarlas. Esas chicas no solo necesitan ayuda material, sino también psicológica para poder reinsertarse en la sociedad.” Hoy, después de nueve años de lucha infatigable, Susana encontró un poco de alivio en su tarea, y logró que el Congreso de la Nación esté próximo a aprobar una ley que endurezca las penas contra los tratantes.

UNA AYUDA INVALORABLE

“Muchas de esas chicas que recuperamos estuvieron con mi hija y fueron ellas las que nos dieron las pistas para seguir la búsqueda. Blanca Vides vio a Marita en la “whiskería” El Desafío en La Rioja. Fue a mediados de 2003 y, según nos contó ella, las ayudó para que se pudieran escapar con un camionero de Rosario y les dio una carta para mí. Pero la carta jamás llegó a destino porque la policía de La Rioja al detener el camión en el puesto caminero, las hizo bajar a todas porque estaban en ropa interior y sin documentos y finalmente las devolvió a los proxenetas. Blanca, por suerte, logró salvarse porque iba escondida bajo la cama de la cabina. Más tarde nos enteramos que M, la chica que traía la carta, terminó con un tiro en la cabeza y la tiraron en un dique en La Rioja. Y a mi hija la golpearon hasta dejarla mal muerta por buchona”. Desde que comenzó su lucha contra la trata de blancas, las amenazas jamás cesaron, pero Susana decidió enfrentarlas: “El dolor de madre por el secuestro de mi hija me hizo perder el miedo. Fue esa fuerza interior la que me llevó a meterme en los prostíbulos, sin tener presente los riesgos que corría si me descubrían. El día que fui a la embajada de Estados Unidos a notificarme del premio, me llegó un mensaje de texto intimidándome para que me detuviera, pero no voy a claudicar. Las amenazas son como callos, que a esta altura no hacen mella en mi lucha”, sostiene desafiante.

VIDAS ROBADAS


El jueves 3 de abril del 2008, la ficción y la realidad convergieron en Tucumán. Soledad Silveyra dejó las grabaciones para acompañar a Susana Trimarco, la madre coraje que inspiró su personaje de Roxy en “Vidas Robadas”, en el sexto aniversario de la desaparición de su hija Marita Verón. Y yo tuve el privilegio periodístico de ser testigo exclusivo de un encuentro donde no faltaron las emociones ni las lágrimas y el compromiso de luchar juntas para que el Congreso apruebe una ley que envíe a la cárcel a los proxenetas que prostituyen impunemente a niñas y mujeres en nuestro país. Susana Trimarco- Te agradezco de corazón que en uno de los días más tristes de mi vida me estés acompañando, Solita. Siempre te caracterizaste por tu sensibilidad, acompañaste a las Madres de Plaza de Mayo y hoy estás a mi lado. Gracias, infinitamente gracias. Soledad Sylveira – No son cosas para agradecer, Susana; es mi obligación estar a tu lado. Ambas se confundieron en un fuerte abrazo y comenzaron a transitar juntas “el día más triste”, como define Susana aquel 3 de abril de 2002 cuando su hija María de los Ángeles Verón fue secuestrada a bordo de un Duna Rojo de la remisería Cinco Estrellas por una red de prostitución. “Ese día cuando me robaron mi hija me robaron la vida y desde entonces nada fue absolutamente igual. . . Para mí hace seis años que se acabaron los cumpleaños, las navidades, los casamientos, yo ya no festejo absolutamente nada. Mi único objetivo en la vida hoy apunta a encontrarla”, sostiene con voz firme Susana. -¿Es cierto, Soledad, que antes de comenzar a interpretar a Roxy en Vidas Robadas pediste conocer a Susana Trimarco - Sí, yo pedí eso, porque Susana en Vidas Robadas es nuestra musa inspiradora. Mi personaje está basado en su alma y se identifica plenamente con su perdida y su lucha. Interpretarla significa para mí una enorme responsabilidad porque debo transmitir el sufrimiento que está pasando.

“TODAVÍA ESPERO A MI MAMÁ”


Micaela (11) tenía apenas 3 años, cuando una mañana otoñal del 2003 una red de prostitución le arrebató a su madre: “La verdad es que tengo recuerdo muy confusos de ella, por eso siempre le pido a mi abuela, Susana, que me cuente cómo era ella. Lo que si no me olvido, es que ella me hacía los fideos amasados que tanto me gustan”. Hoy, aquella niña de mirada triste, es ya toda una señorita, y a pesar de su corta edad, asume con absoluta entereza el rol que le toca : “Es fuerte ser la hija de Marita Verón, porque todo el tiempo la gente pregunta sobre mi mamá, aunque al menos en el colegio esas ansias se calmaron, porque ya todos conocen mi historia. Aunque a decir verdad ya me acostumbré a vivir con su triste fama”. Para ella no fue nada fácil vivir estos años sin su mamá y a lo largo de estos 9 años de búsqueda infatigable, se convirtió en una testigo silenciosa del peregrinar de su abuela por prostíbulos y pasillos de tribunales: “Hoy, sin querer, soy una especialista en trata de blancas y no veo las horas de crecer para poder ayudar más a mi abuela en su lucha contra esos delincuentes. Ya me acostumbré a vivir con custodia. Desde que iba al jardín, me crié con policías a la vuelta, hoy ya no me resulta tan raro y la verdad es que ellos que me custodian desde hace años ya son como parte de la familia”. Habla con absoluta soltura sobre lo que le tocó vivir y no duda en prevenir a las chicas de su edad sobre cómo actúan las organizaciones delictivas que secuestraron a su mamá. Aunque ahora se la ve feliz, Micaela sostiene “Yo no voy a parar hasta encontrar a mi mamá, porque a pesar de todo lo que dijeron, lo último que voy a perder es la esperanza de volver abrazarla”.