Por CARLOS QUIROGA
Fotos: CARLOS VILLAGRA
Fotos: CARLOS VILLAGRA
En medio de calles de tierra, en el barrio Belgrano de Banda del Río Salí, a siete kilómetros de la capital tucumana, sobresale entre viviendas humildes el imponente edificio de la escuela Nuestra Señora del Milagro, donde docentes y alumnos lograron sobreponerse a los prejuicios que chicos de hogares vulnerables sean incapaces de conseguir óptimos resultados educativos, y con esfuerzo y tesón consiguieron un verdadero milagro: que ninguno de los 205 alumnos que concurren al establecimiento repitiera de grado: “Pese a las necesidades básicas insatisfechas que tiene gran parte del alumnado, desde la educación hemos logrado nivelarlos para arriba- sostiene orgullosa la directora, Blanca Arrieta- que no oculta su satisfacción por estar entre las cinco escuelas de la Argentina que han conseguido índice cero de repitencia.
Lejos de pertenecer a una clase acomodada donde el confort y la buena alimentación ayudan al buen rendimiento escolar, el 60 % de los chicos que concurren a la escuela es hijos de padres desocupados, que sobreviven gracias a un plan social o changas temporarias. “Uno de los problemas constantes que tenemos que enfrentar es la baja autoestima con que llegan esos chicos, lo que les impide un buen desempeño escolar, porque de entrada ellos mismos se anulan. Es precisamente en esos casos donde ponemos más empeño, mostrándoles que con paciencia y dedicación ellos pueden alcanzar el objetivo. A medida que van superando las dificultades de enseñanza, su conducta también mejora notablemente. Y nosotros, desde la institución, los premiamos haciéndolos izar la bandera, por ejemplo. Eso los hace sentir importantes, tenidos en cuenta, y los impulsa a seguir adelante. Acá sus logros son nuestros triunfos”, sostiene Catalina Ledesma, maestra de Lengua del segundo ciclo.