martes, 29 de enero de 2019

RUBÉN SUÁREZ, LEYENDA VIVA DEL FOTOPERIODISMO TUCUMANO


Se inició como reportero gráfico en la década del 70  cubriendo El Tucumanazo; a mediados de los 90, fue uno de los que  inmortalizo al Malevo Ferreyra saliendo de tribunales con una granada en la mano; y ahora ilustra las páginas de la revista CIMA. En reconocimiento a su  destacada trayectoria, el Círculo de Periodistas Deportivos y la Legislatura lo distinguieron con el premio “Jardín de la República”.

Empezó  a los 14 años copiando fotos blanco y negro en el laboratorio   de su  padrastro, Wenceslao Saldaño, porque según cuenta   era muy introvertido para iniciarse como fotógrafo. Pero cuando se animó a  empuñar la cámara por primera vez sintió que un aura  especial lo protegía y  no dudo en jugarse la vida  durante “el Tucumanazo “para cubrir para el diario El Pueblo los enfrentamientos entre la policía y los estudiantes. Luego ya como jefe de fotografía de La Gaceta volvió hacer gala de ese coraje cuando inmortalizó al Malevo Ferreyra fugándose con una granada en la mano en  la puerta de tribunales. Hoy después de haber sobrevivido a una operación al corazón y en vísperas de cumplir 70 años, sigue ejerciendo la profesión con la misma pasión de sus comienzos, aunque ahora lo hace retratando personajes más tranquilos para las páginas de la  revista CIMA. 
Esta vez al “Gringo”, como lo llamamos sus amigos, le toca estar del otro lado del mostrador y sudar la gota gorda bajo un sol abrasador, mientras posa como un obediente modelo para el lente de su colega, Jorge Segovia,  que lo desafía a que trepe la explanada de la Casa de Gobierno para repetir una toma  que le hicieron en la década de los 70. Mientras lo hace, varios transeúntes e incluso uno de los policías que custodian el palacio gubernamental  se acercan a saludarlo. Él sonríe amablemente y cuenta que ningún personaje tucumano  salió ileso de sus flashazos. A la  vez que reconoce que más allá de sus cualidades, llegó donde llegó porque tuvo la suerte de trabajar con  grandes periodistas  como Ricardo kirschbaum  (Secretario General de Redacción de Clarín) y Harry García Hamilton (ex director de La Gaceta); y formarse a la par de Antonio y Edmundo Font.  “Le robe una cualidad a cada uno y así  fui creando mi  propio estilo”.

UN GRINGO CORAJUDO





-¿Cómo definirías ese estilo?
Mi característica personal como reportero gráfico es que soy muy atrevido, si tengo que tirarme encima de Donald Trump para conseguir la foto lo  voy hacer, aunque después los custodian me terminen apaliando.
-¿Te pasó que te molieran a palos?
.Sí, muchas veces; pero una de las golpizas más duras que me lleve  fue cuando cubrí la represión policial a los estudiantes durante “el Tucumanazo “.Ese día yo estaba en el medio; y cuando la policía me descubrió sacando fotos me molió a palos y mientras daba tumbos por la escalera, un colega fotografió la escena que fue tapa del diario El Pueblo. Yo presenté la denuncia penal correspondiente, pero el gobierno de entonces presionó al director del diario para que la sacara.
-¿Y la retiraste?
- Sí, porque si no lo hacía la vida del diario, que dependía en gran parte de la publicidad oficial  corría peligro. Mis compañeros  de entonces se enojaron mucho conmigo, pero gracias a ese gesto el diario El Pueblo sobrevivió un tiempo más.

LA FOTO QUE MARCÓ UN RÉCORD DE VENTAS EN LA GACETA



-¿Cuál fue la foto que mayor satisfacción te dio como reportero gráfico?
- El haber cubierto el crimen de Los Gardelitos a manos de los Ale (uno de los casos policiales  más resonantes de Tucumán). Cuando iba en el auto  remonte la cámara y  advertí que me quedaban  apenas siete  fotogramas para cubrir semejante magnicidio. Por suerte cuando llegue, la policía no había arribado a la escena del crimen y tuve tiempo para pensar las fotos y hacer las mejoras tomas, que ilustraron la tapa del día siguiente, que vendió 140 mil ejemplares. Nunca más en los 107 años de vida que tiene La Gaceta se repitió esa tirada que tuvo un gran impacto gracias a mis fotos.
-¿No te sentiste un ave carroñera después de hacer esa foto?
- No para nada; porque yo como reportero gráfico le debo fidelidad al lector. Sí no la hubiese hecho yo, la habría  hecho otro.
-¿Qué valores incorporaste siendo reportero gráfico?
-El compañerismo, porque por más competitivos que podamos ser, siempre nos solidarizamos  con aquel colega que por una cuestión técnica  (te falla el flash o se te rompe la cámara) no la  llega hacer la foto, porque eso mismo te puede pasar a vos. Somos una raza diferente a la de los periodistas.
-¿A qué  te referís?
- A que  en la Argentina se mataron muchos periodistas, pero cuando asesinaron a José Luis Cabezas, el país se terminó levantando. A veces es común ver como entre los reporteros gráficos nos pelamos, incluso a veces nos vamos  hasta las manos, pero si vos venís de afuera y tocas a un fotógrafo, guai porque nos vamos todos encima tuyo.

ES MÁS FÁCIL SER REPORTERO GRÁFICO AHORA QUE ANTES


Entre los miles de hechos que le tocaron cubrir durante su medio siglo como reportero gráfico, Rubén Suárez sostiene que entre  sus mayores satisfacciones está haber  fotografiado a Diego  Maradona y a Juan Pablo II durante su histórica visita a Tucumán y lo invade cierta tristeza cuando recuerda una sesión de fotos que le hizo a  Luis Miguel siendo un niño: “Ese día sentí mucha pena por él, porque su imagen reflejaba a un chico que estaba siendo  explotado”.
-También te tocó ser protagonista privilegiado del paso de la fotografía papel a la digital. ¿Cómo viviste esa etapa?
-Para mí fue una etapa increíble; no podía entender cómo en una misma cámara sin cambiar de rollo podía tener distintos tipos de sensibilidades de películas. Ya no había excusa para no tener la foto.  
-¿Es más fácil ser reportero gráfico ahora que antes?
-Sí, a los nuevos reporteros gráficos  con la cámara digital se le apareció Jesucristo con todos los apóstoles a la vuelta. Hoy ya no se tienen preocupar tanto por la parte  técnica, las máquinas vienen programadas y pueden disparar ilimitadamente sin pensar que se les puede acabar  el rollo. Yo cuando fui a hacer el crimen de los Gardelitos, tenía solo siete disparos era como  cazar palomas con rifle aire comprimido; ahora ellos en cambio  cazan palomas con una ametralladora.
-El Premio “Jardín  de  la República” que te otorgó el Círculo de Periodistas Deportivos y la Legislatura fue un reconocimiento a ese trabajo. ¿Qué sentiste ante esta distinción?
-Una caricia al alma que me da fuerzas para seguir haciendo lo que me gusta.
-¿O sea que no está en tus planes retirarte?
-No, porque el día que me retire va ser como poner una flor en un vaso con ácido sulfúrico, así que voy a seguir haciendo fotos hasta el día que me muera.