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Desde tu rol de cronista del folklore te
ha tocado cubrir Cosquín. ¿Qué tiene de mágico ese escenario?
- Yo creo que Cosquín perdió su magia cuando lo
privatizaron, porque antes de eso, el público era el que realmente definía
quienes eran los artistas consagrados. Después el festival se hizo más
comercial y la selección de los artistas no fue tan exquisita. Vale la
pena recordar lo que le costó a nuestra
querida Mercedes Sosa subir a ese escenario,
-¿Cómo
fue eso?
-Corría el año 65 y la negra no estaba invitada y
Jorge Cafrune mientras cantaba decide invitarla a que suba al escenario,
haciendo una verdadera excepción y eso fue suficiente para que el público la
premiara con su aplauso. Entró como quien dice de colada y terminó consagrada.
Tengo
entendido que te unió una estrecha relación con Mercedes Sosa. ¿Cuándo y cómo
surge esa amistad?
-Yo tuve oportunidad de conocer a Mercedes Sosa,
cuando en la incipiente democracia regresaba al país después del exilio.
Recuerdo que me tocó presentarla en el Alto de la Lechuza en 1983 y a partir de ahí surgió una linda relación que
se consolidó con el paso de los años, a tal punto que cuando ella ya estaba
grave no dude en viajar a Buenos Aires para despedirme y me tocó estar en el
congreso donde velaron sus restos.
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