Los Morales siguen habitando la misma casa de Valle de Viejo donde una mañana primaveral de 1990 la policía le dio la peor noticia de sus vidas: el cuerpo sin vida de María Soledad había sido encontrado por obreros de Vialidad a la vera de la ruta 38 .
“Hoy siento dolor e impotencia de saber que los asesinos de mi hija estén libres.. No voy a negar que me cuesta aceptar esta situación, pero hay una ley, que debo respetar, aunque me duela, me lastime como madre. Quizás mi error haya sido no convertirme en querellante, para poder apelar”.
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