Los esfuerzos de Luis Tula (49), por espantar el fantasma de María Soledad resultan vanos a la hora de intentar rehacer su vida con Ruth Zalazar, con quien convive desde 1999 en el chalet de la calle Ayacucho al 300 en pleno centro. Según cuentan sus más allegados, nunca se van a poder a volver a casarse, porque hacerlo sería poner en riesgo el patrimonio de la pareja, ya que la justicia los obligaría a pagar una indemnización de $250.000 a la familia Morales.
A diferencia de Luque, Tula aprovechó sus años en la cárcel para estudiar y desde el año pasado ejerce como abogado, en los mismos pasillos que transitó como acusado. “Yo nunca me preocupé por estudiar; mi único contacto con las letras tenía que ver con el suplemento deportivo de los diarios y leer la revista El Gráfico. Pero cuando caí preso, me comencé a preocupar por lo que me podía pasar y comencé a leer así el código penal y fue ahí cuando emergió la vocación de abogado”, me confesó Tula, en la única entrevista que concedió después de salir de la cárcel.
Hoy, más allá de haber cumplido su condena, Luis Tula sigue sostenido su inocencia: ”Mi condena fue una respuesta política a una necesidad social.”. Y asegura que el momento más difícil que le tocó vivir fue precisamente el día que lo condenaron: “Más allá que el fallo estaba cantando, hasta ese día tuve la esperanza que me absolvieran, porque te juro que soy inocente”.
A diferencia de Luque, Tula aprovechó sus años en la cárcel para estudiar y desde el año pasado ejerce como abogado, en los mismos pasillos que transitó como acusado. “Yo nunca me preocupé por estudiar; mi único contacto con las letras tenía que ver con el suplemento deportivo de los diarios y leer la revista El Gráfico. Pero cuando caí preso, me comencé a preocupar por lo que me podía pasar y comencé a leer así el código penal y fue ahí cuando emergió la vocación de abogado”, me confesó Tula, en la única entrevista que concedió después de salir de la cárcel.
Hoy, más allá de haber cumplido su condena, Luis Tula sigue sostenido su inocencia: ”Mi condena fue una respuesta política a una necesidad social.”. Y asegura que el momento más difícil que le tocó vivir fue precisamente el día que lo condenaron: “Más allá que el fallo estaba cantando, hasta ese día tuve la esperanza que me absolvieran, porque te juro que soy inocente”.
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