“La puesta en marcha de los micro emprendimientos no solo sirvió para que saliéramos de la indigencia, sino también para que nuestros esposos nos empezaran a valorar y a respetar”-sostiene orgullosa Josefina Domínguez-.
“Ahora indirectamente competimos por quien aporta más. Y muchas veces ellos se quedan con los chicos y nos colaboran con las tareas domésticas. Ahora cambiaron los roles- bromea Mabel Corregidor.
“Uno de los objetivo de la institución siempre fue que las mujeres se empoderen (se vuelvan poderosas en el buen sentido) para librarse así mismas de la pobreza-comenta Morales- . Por eso desde la institución la capacitamos en violencia familiar y en los derechos de la mujer. Y la igualamos con los hombres”.
“Y de hecho lo lograron- replica Mirtha Guerra, - yo antes tenía que pedirle plata a mi esposo si quería hacer algo, ahora en cambio dependo de mi misma. Creo que las mujeres somos más guapas, el hombre produce lo justo, en cambio nosotras siempre queremos más para satisfacer alguna necesidades de nuestros hijos que está pendiente o alguna cosa que haga falta para la casa. Ahora yo decido cuando se cambia la heladera. Y hoy gracias a mi esfuerzo pude costearle la carrera de veterinario en Corrientes a mi hijo Carlos Daniel, que si Dios quiere para fin año se me está recibiendo”.
Cuando la economía se vino abajo, Mirtha no dudo en pedir un préstamo en Pro Mujer para poner a trabajar a full su taller de artesanía en alpaca” Hoy no sólo he logrado subsistir, sino autoabastecerme de material y agrandar mi casa y si no crezco más no es por falta de posibilidades, sino por la escasez de mano obra “, afirma orgullosa, mientras muestra los portarretratos, las cajas de té, los candelabros y alhajeros, cuidadosamente elaborados por sus manos.
“La idea siempre fue no quedarnos en una intervención asistencialista, sino proporcionarles las herramientas para que cambien el yo no puedo, por el sí puedo y hoy después de cinco años en la Argentina creo que lo logramos”, concluye el Director Ejecutivo de Pro Mujer, José Morales, que sueña para el año que viene extender la institución a Chaco y Santiago del Estero, donde todavía la pobreza hace estragos.
“Ahora indirectamente competimos por quien aporta más. Y muchas veces ellos se quedan con los chicos y nos colaboran con las tareas domésticas. Ahora cambiaron los roles- bromea Mabel Corregidor.
“Uno de los objetivo de la institución siempre fue que las mujeres se empoderen (se vuelvan poderosas en el buen sentido) para librarse así mismas de la pobreza-comenta Morales- . Por eso desde la institución la capacitamos en violencia familiar y en los derechos de la mujer. Y la igualamos con los hombres”.
“Y de hecho lo lograron- replica Mirtha Guerra, - yo antes tenía que pedirle plata a mi esposo si quería hacer algo, ahora en cambio dependo de mi misma. Creo que las mujeres somos más guapas, el hombre produce lo justo, en cambio nosotras siempre queremos más para satisfacer alguna necesidades de nuestros hijos que está pendiente o alguna cosa que haga falta para la casa. Ahora yo decido cuando se cambia la heladera. Y hoy gracias a mi esfuerzo pude costearle la carrera de veterinario en Corrientes a mi hijo Carlos Daniel, que si Dios quiere para fin año se me está recibiendo”.
Cuando la economía se vino abajo, Mirtha no dudo en pedir un préstamo en Pro Mujer para poner a trabajar a full su taller de artesanía en alpaca” Hoy no sólo he logrado subsistir, sino autoabastecerme de material y agrandar mi casa y si no crezco más no es por falta de posibilidades, sino por la escasez de mano obra “, afirma orgullosa, mientras muestra los portarretratos, las cajas de té, los candelabros y alhajeros, cuidadosamente elaborados por sus manos.
“La idea siempre fue no quedarnos en una intervención asistencialista, sino proporcionarles las herramientas para que cambien el yo no puedo, por el sí puedo y hoy después de cinco años en la Argentina creo que lo logramos”, concluye el Director Ejecutivo de Pro Mujer, José Morales, que sueña para el año que viene extender la institución a Chaco y Santiago del Estero, donde todavía la pobreza hace estragos.
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