A diferencia de Tula, Guillermo Luque (49), condenado a
21 años como coautor responsable por el crimen de María Soledad, nunca se
recibió de abogado (al momento del hecho cursaba los estudios en Buenos Aires)
y hoy con varios kilos menos, vive de los negocios inmobiliarios. Al menos eso
se advierte en su página de Faceboock, donde algunos clientes lo consultan
sobre el alquiler de propiedades.
En el 2011 perdió
a su padre, Ángel (ex diputado nacional y mano derecha de ramón Sadi), que apostó
en vano todo su poder político y patrimonial para que sea declarado inocente. Aunque no lo reconozca
públicamente está convencido que lo condenaron por ser el hijo de, por eso cuando
lo tentaron para que haga política su rechazo fue contundente: “No, yo no
quiero que mis hijos, sufran lo que yo pasé. Pero por una cuestión de convicción sigo siendo peronista”, afirma
ante sus más íntimos. De aquella época majestuosa, solo queda en pie la mansión que lo cobijo durante esos años, que
según confiaron vecinos a GENTE ya no le pertenece más. Pero todavía se puede
leer en la entrada el cartel de Puerta Hierro, que hace referencia a la casa que usó Perón durante su exilio en
España.
Ya tampoco está su
fiel abogado, Víctor Pintos. Con su muerte, Luque perdió también la posibilidad de recurrir a un tribunal
internacional para que revea la sentencia. Separado de Florencia Alustiza, dedica su tiempo libre a
compartir con sus hijos, Tomás (18) y
Jazmín (13).
Mientras Ada y Elías aseguran que nunca podrán mitigar el
dolor que le provocaron los asesinos de su hija: Todavía me cuesta entender como estoy
de pie después de todo lo que me pasó. Daría mi vida, para volver a tener a
Sole sentada en la cabecera de la mesa”
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