Y como buen deportista
que es, trata de arrimar a jóvenes como él a la Asociación Tucumana
de Atletas Masters, que congrega a cien veteranos, que todos los domingos se
congregan para correr. Solo lamenta que desde el gobierno nacional no sepan valorar su
esfuerzo y que en la última competencia que participó tuviera que dormir una
noche en el aeropuerto y otra en la estación del ferrocarril porque carecía de fondos
para pagar un hotel. Toda una contradicción para un hombre, que por su edad,
por su sacrificio y su tesón es considerado una auténtica deidad entre los
atletas del mundo: “Si aunque usted no lo crea, muchos atletas cuando ganaba
alguna medalla se arrodillaban ante mí para homenajearme”.
-¿Cómo es eso que para usted la vida es un
constante desafío?
-
-Sí
siempre fue así. A los tres años aprendí a leer y a escribir. A cuatro años
aprendí a sumar y restar y a los cinco años comencé a jugar al ajedrez. Jugué
desde los cinco a los setenta. Entre mis logros está haber derrotado al campeón mundial de ajedrez,
Alejandro Alekhine,
en n una partida simultanea disputada en Rosario. Pero lamentablemente tuve que dejar de practicarlo porque hay que
estudiar mucho y yo por falta de tiempo no podía mantener el nivel que el juego
requiere. Y a los 70 años comencé a hacer atletismo.
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