Ya en Trelew, provincia de Chubut, tuve oportunidad de
ver de cerca una fauna marina absolutamente desconocida para un norteño. En
playa Unión me trepé a una barcaza para participar de un avistaje de toninas (cetáceo
overo, que habita el hemisferio Sur, muy similar a los delfines). Salimos por
la tarde y el primer regalo que nos presentó el viaje, fue toparnos con un harén de lobos marinos
que posaban como si fueran modelos para nuestras fotos. Luego de media hora de navegación,
aparecieron las toninas, que jugaban con las olas que producía el motor de la embarcación, saltando de un
lado a otro, ofreciéndonos un
espectáculo maravilloso, como los que realizan los delfines en los grandes parques acuáticos.
Sin salir de mi asombro por lo que había vivido, al día
siguiente me trasladé hasta el
área protegida de Punta Tombo, que cada año alberga entre los meses de
septiembre y abril, a la a la mayor colonia continental de pingüinos de
Magallanes del mundo. Ubicada a orillas del Océano Atlántico, es el sitio
elegido por los pingüinos para reproducirse. Llegué con la esperanza de verlos
de cerca, pero nunca imaginé que iba tener frente mío a un millón de pingüinos,
que construyen pacientemente sus nidos para salvaguardar a sus pichones de los
depredadores. Sus graznidos similares a los que sonidos que emite el burro hacen
que a uno se le termine poniendo la piel de gallina.
No hay comentarios:
Publicar un comentario