domingo, 17 de octubre de 2010

CUESTA MÁS VIVIR SIN TRABAJAR



- ¿Y cuando cambia la situación?
- En el 2005, cuando mi esposo finalmente consigue trabajo. Nosotros no queríamos que nos den, queríamos que él pudiera trabajar, porque nada cuesta más trabajo que vivir sin trabajar. La solidaridad y la ayuda de la gente se acaban y otra vez se vuelve a la misma situación de antes. En cambio ahora estamos bien, tenemos crédito y el pan ya no nos falta más.
- ¿Y valió la pena tanto sacrificio, Carmen?
- Claro que valió la pena. Hoy mis hijos reconocen nuestro esfuerzo, son agradecidos y nos vuelcan constantemente su afecto. Si ganan un peso, lo aportan a la casa, para que todos estemos bien. Esas cosas a mí me emocionan y me llenan de orgullo, porque quiere decir que a pesar de nuestras carencias, los críamos bien.

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