Pasaron 198 años y el sueño de Belgrano todavía sigue inconcluso. La historiadora Marta Dichiara que rastreó hasta en las cuentas de la logia Lautaro los fondos donados por el prócer para la construcción de la escuela en Tucumán, pide a las autoridades que se termine de una buena vez el proyecto para que el creador de la bandera por fin pueda descansar en paz.
Por CARLOS QUIROGA
Fotos: CARLOS VILLAGRA Corrección: Profesora PILAR CORTÉS
Fotos: CARLOS VILLAGRA Corrección: Profesora PILAR CORTÉS
“Cuando reflexiono que nada hay más despreciable para el verdadero patriota, que el dinero o las riquezas, he creído propio de mi honor, destinar los 40 mil pesos, (que había cobrado como premio por su desempeño en la Batalla de Salta) para la dotación de cuatro escuelas públicas en Tarija, Salta, Tucumán y Santiago del Estero”. La frase que parece salida de cuento de ciencia ficción para los tiempos en que la avaricia y la corrupción salpican a la dirigencia política, forma parte del legado del general Manuel Belgrano, que debió esperar 186 años y 100 días para que la Escuela donada para Tucumán se haga realidad. Voluntad que hubiese quedado en la nada, si no fuese por el trabajo de investigación y la perseverancia de la historiadora Martha Dichiara de Altamirano (77), que a lo largo de 30 años rastreó con paciencia y dedicación los destinos de esos fondos, para cumplir con la voluntad del prócer.
La admiración y pasión que sentía Martha Dichiara por Belgrano, hizo que mientras se desempeñaba como directora del archivo de la Secretaría de Educación, se detuviera en una nota de Bernardo de Irigoyen dirigida al gobierno de Tucumán, en la que hace referencia a los fondos pertenecientes a la escuela donada por Manuel Belgrano: “El hecho me llamó profundamente la atención y después de mucho andar, llegue a la conclusión que la escuela que había ordenado construir Belgrano nunca se había hecho”. Fue entonces cuando el bichito de historiadora la llevó a peregrinar por distintas instituciones, para determinar que suerte habían corridos esos fondos. En 1974, llegó al Ministerio de Economía de la Nación, con una carta de presentación de los diputados nacionales por Tucumán para solicitar una audiencia con el contador general de la Nación, con el tesorero general y con el director de duda interna: “Cuando Me preguntan para qué, le contestó que para reclamar una deuda que tenía la Nación con la provincia desde hace 180 años. Me miraron como diciéndome que estaba loca, pero las credenciales que había presentado, los obligaba a tenerme un mínimo de respeto. Así que me permitieron hablar con José Ber Gelbard, que por entonces era el titular de la cartera, quien quedó fascinado con mi historia y fue así como se me abrieron las puertas del Banco Central, para continuar con mi investigación”.
La admiración y pasión que sentía Martha Dichiara por Belgrano, hizo que mientras se desempeñaba como directora del archivo de la Secretaría de Educación, se detuviera en una nota de Bernardo de Irigoyen dirigida al gobierno de Tucumán, en la que hace referencia a los fondos pertenecientes a la escuela donada por Manuel Belgrano: “El hecho me llamó profundamente la atención y después de mucho andar, llegue a la conclusión que la escuela que había ordenado construir Belgrano nunca se había hecho”. Fue entonces cuando el bichito de historiadora la llevó a peregrinar por distintas instituciones, para determinar que suerte habían corridos esos fondos. En 1974, llegó al Ministerio de Economía de la Nación, con una carta de presentación de los diputados nacionales por Tucumán para solicitar una audiencia con el contador general de la Nación, con el tesorero general y con el director de duda interna: “Cuando Me preguntan para qué, le contestó que para reclamar una deuda que tenía la Nación con la provincia desde hace 180 años. Me miraron como diciéndome que estaba loca, pero las credenciales que había presentado, los obligaba a tenerme un mínimo de respeto. Así que me permitieron hablar con José Ber Gelbard, que por entonces era el titular de la cartera, quien quedó fascinado con mi historia y fue así como se me abrieron las puertas del Banco Central, para continuar con mi investigación”.
estoy yo ai
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