Seguidamente los animales son puestos dentro del brete (el ring gallero), que mide 2,50 por 5 metros .El juez revisa a los contrincantes y pasa un algodón empapado en alcohol sobre el plumaje, para constatar que no tenga ninguna sustancia venenosa, que producto de una mordedura pueda debilitar al rival.
La riña está pautada a una hora de combate, en tres rounds de 15 minutos cada uno, con descansos de cinco minutos. La pelea se muestra pareja, no se sacan mucha diferencia. Inclusive hay algunos apostadores que se juegan por una “Tabla”.
Al igual que en el boxeo en la jerga gallera existen numerosos modismos para designar las diversas alternativas del combate. Se llama "tope" al ataque con las patas, "puñalada" al golpe de púa, y "mordida" a los golpes de pico. Aunque el golpe más temido es el de “cuadro”, porque cae en la zona de la nuca o la cabeza y deja muerto al animal.
Entramos en el último tramo del combate, la fatiga en los animales se hace sentir. Por momentos ninguno quiere riña, hasta que un picotazo sirve para reanimar la pelea. Una puñalada deja en el suelo al de cinta negra. El juez comienza el conteo (tiene un minuto para levantarse), la tribuna se exaspera: “Ese gallo no tiene agallas” y el gallo como si hubiera escuchado el reclamo revolotea las plumas y vuelve a dar pico. Pero la superioridad de su contrincante lo vuelve a hacer besar el brete y su dueño antes de que el juez reinicie el conteo decide por dar terminado el combate: “Ahora ya no es como antes que se peleaba hasta que el gallo se muera. Esto ha cambiado y muchas veces cuando vemos que el gallo no se va a recuperar preferimos tirar la toalla en beneficio del animal”, comenta Saavedra que aplaude la medida.
La riña ha terminado y las apuestas se pagan sin chistar, porque todos saben que siempre hay revancha.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario