Lejos de las
excentricidades que uno podría imaginar para el príncipe de uno de los países
más ricos del mundo por sus recursos
energéticos, Nasser Al Attiyah prefiere dejar de lado las comodidades de un
hotel cinco estrellas y elige permanecer en el campamento del vivac, para firmar
autógrafos y seguir de cerca la tarea de sus mecánicos.
Muchos se sorprenden al
verlo comer asado sin cubiertos y jugar al metegol como si fuera un chico más y
quedan azorados cuando al mejor estilo Robin Hood toma el arco y clava su flecha justo en el
centro. “No es para menos, hay que tener presente que en los últimos juegos
olímpicos de Londres se alzó con la
medalla de bronce en tiro al plato”- dice uno de sus asistentes, mientras los
privilegiados testigos de la hazaña aplauden enfervorizados.
Nacido el 21 de diciembre
de 1970 en Doha, capital del Emirato de Qatar, en el
mismo año en que su tío Khalifa se convertía en emir. Nasser comenzó a
desarrollar desde muy temprano sus habilidades automovilísticas. A fines del 80
debutó en los rally, pero debió interrumpir su pasión, porque según cuenta la
leyenda el presidente de la Federación Automovilística pertenecía a una familia
rival de los Al-Attiyah y prefería
apoyar a otros pilotos.
Entre sus logros automovilísticos sobresale el haber ganado el Rally Mundial
en el 20006 en la categoría producción y haberse alzado con el Dakar 2011
piloteando un Volkswagen.
Este año repitió la hazaña navegando un
mini y se convirtió en el séptimo piloto en ganar dos veces un Dakar.
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