Los días previos al parto no fueron nada sencillos
para Analia Boutet y su pareja Fabián Verón (31) ,porque desde que llegaron el
viernes 30 de marzo al hospital
Julio Perrando en el centro de Resistencia comenzaron las
complicaciones: “Apenas ingresé rompí bolsa, pero los médicos y las enfermeras
que me atendían no me creyeron y me dijeron que me había orinado. Era un fin de
semana y no había quien me haga una ecografía y para el lunes cuando me la
hacen comprueban que tenía razón, pero para
ese entonces yo ya había perdido todo el líquido amniótico”.
Lejos de compensar el error que habían cometido, el
miércoles 3 de abril el personal médico que la había atendido hizo caso omiso
al protocolo que indica cuando se tiene una paciente con placenta oclusiva (que tapa el canal de salida del útero) o se
rompe bolsa lo más recomendable es hacer cesárea, optaron por practicarle parto
normal: “Yo pujaba con fuerza para mi bebe saliera, pero ellas ( la obstetra y
la residente) no me prestaban casi atención, porque para ellas mi hija ya venía
muerta. Después que la expulse caí en un profundo sueño y cuando me desperté
entró una enfermera que me volvió el alma al cuerpo cuando me pregunto quién la
iba a anotar. Eso significaba que mi hija había nacido viva. Pero la alegría me
duro poco, porque al rato ingreso otra enfermera que me dijo lo que yo no
quería escuchar, que mi hija había nacido muerta. Y fue entonces cuando me
comencé a preguntar qué haría con la leche que me salía y a quien iba a regalar
las cosas que había comprado para mi hija”.
“Lo raro fue que yo,
que soy una mujer hipersensible no podía llorar ni expresar mi dolor
ante semejante noticia, así que fue ahí cuando le pedí que me la mostraran,
para que finalmente la pudiera llorar”.
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