A
seis meses de que en un hospital de Resistencia dieran por muerta a su hija,
Analía Boutet , la madre de fe inquebrantable, abre su corazón y nos cuenta de donde sacó fuerzas para no rendirse
jamás. El imborrable recuerdo del día que recibió la terrible noticia. La
sorpresa al descubrirla viva. Y las expectativas de recuperación, pese a los
pronósticos que hablan de un daño neurológico irreversible.
Por CARLOS QUIROGA
Fotos FABIÁN USET/ revista GENTE
Cuesta creer que la beba que retoza sobre el regazo y eleva la cabeza para
que su madre la bese en la frente, sea la misma que el 3 de abril los médicos
del hospital Perrando de Resistencia Chaco dieron por muerta y enviaron al
freezer de la morgue para que sume un número más a las estadísticas de neonatos muertos.
Liberada de la incubadora de terapia intensiva, disfruta de un amplio cuarto especialmente decorado
para ella, donde goza del cuidado de
sus cuatro hermanos que cada vez que se acercan se friegan las manos con
alcohol para acariciarla y solo una
mochila de oxigeno que usa más por precaución que por necesidad la retrotraen a los días en que estaba
encapsulada peleando por su vida. “El hecho que hoy la podamos tener en
casa es un verdadero triunfo- sostiene
su madre Analía Boutet (30) que enumera
orgullosa los avances conseguidos desde que llegaron a la casa de Sarmiento
970, en el barrio Güemes, en Fontana y se aferra a la esperanza que con la
ayuda de Dios se siga recuperando, aunque no duda en afirmar que Dios ya hizo
el milagro de salvarla.“Desde que estamos en casa Luz Milagro subió 380
gramos (hoy pesa 2,860 kg) , dejó el
respirador artificial y gracias a las sesiones de fisioterapia con el
kinesiólogo su cuerpo rígido fue adquiriendo movilidad”.
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