El patio de su casa en Boca y Tigre en las afueras de Santiago del Estero es su
gran taller. Allí rodeado de troncos de
ceibos y la constante visita de amigos, Froilán ofrece su hospitalidad y
sin egoísmos comparte su saber: “El proceso para hacer el bombo comienza con la
elección del ceibo, que es la única madera que tiene acústica propia para este
instrumento. La porosidad fina permite
que se produzca un buen eco. Por lo general cortó ceibos mayores de 25 años,
para que no sea tierna la madera. Ya que si utilizo troncos menores corro el
riesgo que una vez armado el bombo, el aire empiece a consumirlos y los
aros y los parches queden grandes y se
desintegre totalmente.
“Presto mucha atención al proceso de secado,
ya que la clave para que suene bien es que la caja sonora este bien seca para
recién armar. Luego pulimos la madera por dentro y hacemos los dibujos
exteriores. A los aros lo hacemos de quebracho blanco, ya que es una madera
resistente y le da mayor durabilidad a esa zona, que es castigada
constantemente por los palillos. Hay algunos que prefieren hacerlo de otra
madera, pero a larga se salen las fibras
y se termina rompiendo”.
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