lunes, 12 de octubre de 2009

EL BARRIO TODAVIA LA ESPERA


La muerte de Mercedes Sosa, sirvió para que erradique algunos preconceptos equivocados que me había formado de ella, quizás porque vivo en el mismo barrio que la vio nacer a metros de la que fue su casa, en el pasaje del Corro 344, y como bien dice la cita bíblica “Nadie es profeta en su tierra”. Sus vecinos de entonces siempre le reprocharon que jamás haya regresado al barrio, inclusive muchas veces se ilusionaron que hospedada en el Gran Hotel, justo a la vuelta de lo que fue su casa, se hiciera una escapada para reencontrase con los viejos afectos, pero la Marta, como la llamaban todos, nunca llegó y muchos como Vicente Arias partieron a la otra vida con la ilusión frustrada de ese reencuentro. En una de las tantas oportunidades que la revista GENTE me encargó entrevistarla, llevé el afecto caluroso de toda la barriada, pero su memoria frágil y endeble le impidió recordar a esos compañeros de infancia, que la que la vivan con entusiasmo en el parque de Grandes Espectáculos, cuando Mercedes Sosa recién empezaba con el sobrenombre de Gladys Osorio. Esa vez había ido con la idea de proponerle que regresará al barrio para que hagamos una gran nota, pero la falta de entusiasmo por recordar a esos amigos de la infancia hizo que claudicará en mi objetivo, aunque doña Ema, su mamá, hacía esfuerzos denodados por recordarle a esa gente con que se había criado, pero ella nada apenas recordaba a doña Transito que le fiaba en el almacén. Con el tiempo entendí que Mercedes Sosa había preferido borrar de su memoria esa época de su vida y en el último reportaje que me concedió en el hotel Tucumán Center en diciembre del 2005 comencé finalmente a comprenderla cuando me contó emocionada lo que significó para ella cantar esa noche en la plaza Independencia:
“Me emocionó cantar en la plaza Independencia que era el lugar de encuentro para las jóvenes selectas en mi época. Esa plaza que hoy me cobija me fue renuente durante mi época de niña pobre, porque los domingos a la tarde solo estaba reservada para las niñas ricas y sus novios. Nosotras, las chicas pobres no podíamos ni asomar por ahí. Durante este recital sentí que había triunfado en Tucumán y ese triunfo tiene un sabor muy particular para mí”. Después de esa confesión dolorosa pero reivindicatoria de ese pasado que durante muchos años había preferido olvidar sentí que la vuelta al barrio estaba más cerca, pero lamentablemente el tiempo y sus pocas visitas al Jardín de la República hicieron que la vuelta nunca se concretará.

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