Su casa se ha convertido en una especie de cuartel general, a donde acuden cientos de madres desesperadas en busca de su ayuda ante la desaparición de una hija, ayuda que se torna invalorable debido a la experiencia que cuenta: “Muchas de las chicas que recuperaban no tenían a donde ir, así que las terminé trayendo a mi casa para que tuvieran un lugar seguro en donde estar. No se puede dejar solas a las víctimas, porque les queman las casas, las amenazan de muerte y las vuelven a secuestrar. Es por eso que yo decidí darles cobijo. Cuando salen de la prostitución quedan en un estado de indefensión total. Desgraciadamente, hay muchos padres que se resisten a recibirlas Por eso he creado una Fundación para poderlas ayudarlas. Esas chicas no solo necesitan ayuda material, sino también psicológica para poder reinsertarse en la sociedad.” Hoy, después de nueve años de lucha infatigable, Susana encontró un poco de alivio en su tarea, y logró que el Congreso de la Nación esté próximo a aprobar una ley que endurezca las penas contra los tratantes.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario