miércoles, 19 de noviembre de 2014

Retroceder nunca,rendirse jamás


En lugar de resignarse, los Domfrocht decidieron estimularlo y, poco tiempo después de cumplir los dos años, Oren los sorprendió con el dibujo de una ballena, que guardan como una verdadera reliquia: “Deslumbrado por lo que había hecho, llevé el dibujo a la Facultad de Artes, pero nadie me quiso creer que había sido hecho por un chico de dos años, que además era autista”, confiesa Manuel.
Gabriela se emociona ante el recuerdo y cuenta que “después de ese dibujo, yo decidí que fuéramos a Mundo Marino para que conozca la ballena que había dibujado. Fue una experiencia única e irrepetible para él. Desde entonces, todos los años lo llevamos  a  zoológicos y lugares así, para que él pueda compartir con la naturaleza y los animales, que son su cable a tierra. Disfruta mucho viendo  Animal Planet y emociona ver cuánto  ama los animales”.

A partir de esa primera manifestación artística  las paredes del comedor dejaron de lucir impecables, para poblarse de dibujos de Oren hechos con crayón. Lejos de indignarse, sus padres lo estimularon para que siguiera dibujando, aunque  con  el tiempo lo convencieron de que trasladara esos trazos al papel. Hoy un naranja chillón en una pared del comedor contrasta con el beige del resto y a la hora de  dar una explicación, mamá Gaby es terminante:”Era el único color que nos permitía borrar las marcas de sus primeros dibujos”.

 

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