En lugar de resignarse, los Domfrocht decidieron
estimularlo y, poco tiempo después de cumplir los dos años, Oren los sorprendió
con el dibujo de una ballena, que guardan como una verdadera reliquia:
“Deslumbrado por lo que había hecho, llevé el dibujo a la Facultad de Artes,
pero nadie me quiso creer que había sido hecho por un chico de dos años, que
además era autista”, confiesa Manuel.
Gabriela se emociona ante el recuerdo y cuenta que
“después de ese dibujo, yo decidí que fuéramos a Mundo Marino para que conozca
la ballena que había dibujado. Fue una experiencia única e irrepetible para él.
Desde entonces, todos los años lo llevamos
a zoológicos y lugares así, para
que él pueda compartir con la naturaleza y los animales, que son su cable a
tierra. Disfruta mucho viendo Animal
Planet y emociona ver cuánto ama los
animales”.
A partir de esa primera manifestación artística las paredes del comedor dejaron de lucir
impecables, para poblarse de dibujos de Oren hechos con crayón. Lejos de
indignarse, sus padres lo estimularon para que siguiera dibujando, aunque con el
tiempo lo convencieron de que trasladara esos trazos al papel. Hoy un naranja
chillón en una pared del comedor contrasta con el beige del resto y a la hora
de dar una explicación, mamá Gaby es
terminante:”Era el único color que nos permitía borrar las marcas de sus
primeros dibujos”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario