En enero pasado los productores santafesinos habían dado su grito de alerta, cuando la escasez de lluvias se les llevo 300 mil cabezas de ganado y evaporo de la faz de la tierra sus cosechas de maíz y girasol. Hoy la falta de agua los vuelve a poner entre las cuerdas.
Por CARLOS QUIROGA
Fotos JORGE SEGOVIA
Condenados a una muerte lenta y dolorosa los productos ganaderos y agrícolas de los departamentos 9 de julio, Vera y General Obligado al norte de Santa Fe soportan estoicamente las intensas temperaturas que promedian los 40 grados y miran al cielo clamando por agua, después de un año y medio sin lluvias. Ya vieron como la sequía se llevo 300 mil cabezas de ganado y como la cosecha del maíz y el girasol fue inexistente, ahora ruegan porque una nube gris se descargue sobre sus tierras resacas para poder salvar la cosecha de la soja y para que crezca el escaso pasto que queda antes que llegue el invierno para que el poco ganado que queda en pie levante de peso y no se siga muriendo: “Si no tenemos precipitaciones considerables hasta marzo nos fundimos”, sostiene , Nelvar Raffin, productor ganadero e integrante del Consejo de Confederaciones de Asociaciones Rurales de Santa Fe. El agua no sólo ha comenzado a faltar para los animales, sino también para el consumo humano, en pueblos como Intiyaco, Garabato, las autoridades tienen que recurrir a camiones cisternas que vienen de Reconquista para abastecer a la población porque las represas están completamente secas, los peces que supieron habitar esas aguas están extinción, al igual que los yacarés, carpinchos y nutrias. Hoy en estas latitudes reinan los caranchos que engordan considerablemente y dejan la osamenta como prueba de su voracidad. “Para colmo de males los pronósticos no son para nada alentadores, el vaticinio para este año es que la Niña se profundiza y como consecuencia del enfriamiento del océano Pacífico va a haber más sequía”, afirma Raffin.
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